SEGUNDA GALERÍA

La configuración de un espacio de muerte


De cómo el metabolismo del terror, heredado de prácticas coloniales como el esclavismo y la explotación, se ha infiltrado y reproducido en tiempos y contextos distintos. De cómo la orquestación del miedo y los recuerdos silenciados habitan esa extensión que termina por demarcar un espacio de muerte, pues el punto de acallar no es borrar la memoria sino dirigirla a las profundidades de un refugio personal (Taussig). Ahí, sueño y realidad se mezclan en una pesadilla terrenal cuyo paisaje accidentado acoge los rastros de desplazamientos y migraciones, muertes y desapariciones, poniendo a prueba las formas de presentación y representación de cuerpos y objetos, y su capacidad de rendir testimonio y relatar una historia.




Fredi Casco

Pascua dolorosa

Pastel sobre tres viejas hojas de trabajo
22 x 33 cm cada una
2017

Cortesía del artista, colección KADIST

Fredi Casco (Asunción, 1967) produjo la serie de dibujos Pascua dolorosa sobre viejas hojas de registro que documentan el trabajo en distintas extensiones de tierra en Caapucú, un área de explotación forestal en Paraguay. Fue en esta área donde tuvo lugar, en 1976, uno de los episodios más violentos de la represión de la dictadura de Alfredo Stroessner (1954–1989) que se conoció como la Pascua Dolorosa, y durante el cual campesinos fueron secuestrados, torturados y muchos de ellos asesinados. No se sabe cuántas personas murieron ya que en aquel momento, carecían de papeles de identidad, y no existían oficialmente para el Estado. En 2009, al realizarse el trabajo de medición del suelo en esta región, se encontraron restos óseos humanos que se cree pertenecen a los trabajadores asesinados en 1976.



Edgardo Aragón

Mesoamericana (New Grand Civilizations), Economic activities

Dibujo, toner y lápiz sobre papel
68 x 116 cm
2016

Cortesía del artista, colección KADIST

La obra de Edgardo Aragón (Oaxaca, 1985), aborda las estructuras de poder y la violencia mezclando narrativas de su historia familiar y la realidad política de México. La serie de mapas realizada por el artista se refiere, entre otras cosas, a la manera en que la globalización de las distintas economías (formales e informales, incluyendo el narcotráfico) han ido modificando los ordenamientos geográficos y, con ello, las dinámicas sociales.


Naufus Ramírez Figueroa

Guardian 2 

Madera caoba tallada
110 x 143 x 58 cm
2018

Cortesía del artista, colección KADIST

Naufus Ramírez Figueroa

Reloj de Obsidiana: Ante Meridiem

Eight woodcuts printed on black paper
Ocho xilografías estampadas sobre papel negro
40 x 40 cm cada una
2018

Cortesía del artista y Proyectos Ultravioleta, Ciudad de Guatemala

Para elaborar este conjunto de obras que se presentan en la primera y segunda galería, Naufus Ramírez Figueroa trabajó en torno a la realidad política y la memoria histórica de las ruinas de Kawinal, en la región de Alta Vera Paz en Guatemala, un sitio de la cultura maya posclásica que permanece sumergido bajo el agua gran parte del año. Este y otros sitios arqueológicos fueron inundados durante la construcción de la represa Hidroeléctrica de Chixoy, iniciada en 1975, en un supuesto esfuerzo de llevar energía eléctrica al país. La realidad fue que las comunidades de la zona enfrentaron la pérdida de sus espacios sagrados, la inundación de sus tierras y propiedades, y la interrupción de sus lazos socioeconómicos, viéndose obligadas a desplazarse. Aquellos que de manera pacífica se resistieron, como la comunidad Maya-Achí de la aldea de Río Negro, fueron brutalmente masacrados (mayoritariamente mujeres y niños). Ramírez Figueroa revisita la historia política de esta y otras comunidades, para elaborar una narrativa que ofrece una perspectiva crítica sobre las lúgubres consecuencias de un conflicto armado, que aún se asoman detrás del paisaje social y el horizonte cultural de la región.

En la práctica de Naufus Ramírez Figueroa (Ciudad de Guatemala, 1978) se entretejen la narrativa y el performance mediante el uso de objetos escultóricos que con frecuencia vinculan civilizaciones precolombinas, con los tiempos de la colonia y la historia contemporánea de su natal Guatemala. Su obra es habitada por criaturas híbridas que combinan lo humano, animal o vegetal, y que aparecen como el conjuro de la historia de su país y de su propia autobiografía.



Jorge Julián Aristizábal

La masacre de El Aro

Acuarela y técnica mixta sobre papel
180,02 x 204,95 cm
2017

Cortesía del artista, colección KADIST

La masacre de El Aro hace referencia a la masacre que ocurrió en Colombia el 22 de octubre de 1997 en el municipio de Ituango, en el departamento de Antioquia. Quince individuos acusados de ser izquierdistas y simpatizantes de las FARC fueron asesinados por grupos paramilitares. Los responsables también violaron mujeres, quemaron cuarenta y tres casas, robaron ganado y desplazaron violentamente a novecientas personas. La obra, que se conforma de tres partes, pertenece a una serie para la cual el artista representó los escándalos más sonados de los últimos años, en un estilo colorido y académico que hace referencia a los periódicos murales que tradicionalmente hacen los niños en las escuelas. Para esta serie, el artista se inspiró en una pregunta que formuló un familiar joven durante una cena sobre la naturaleza de la investigación conocida como Proceso 8000. Como con otras de sus piezas, la intención visible de Aristizábal en este conjunto de obras es alzar la voz contra la forma en la que estos eventos suelen olvidarse rápidamente.

Jorge Julián Aristizábal (Medellín, 1962) busca crear imágenes que despierten el lenguaje del subconsciente y no sólo presenten “ideas”, sino que también tengan la capacidad de cuestionar y polemizar esas mismas ideas. Su figurativismo ha funcionado para cuestionar los valores de lo que considera una doble moral generalizada en la sociedad colombiana contemporánea, desde los prejuicios alrededor de decisiones privadas como preferencia o identidad sexual y filiación religiosa, hasta el interés público sobre temas como la corrupción y el clima político en el que el artista opera.

 

Pável Aguilar

El pueblo es superior a sus líderes

Audio
19'43"

2018

Cortesía del artista y de Foro.Space, Bogotá. Por favor, haz clic aquí para escuchar el audio.

Pável Aguilar (Tegucigalpa, 1989) está interesado en las maneras en que se transmite el discurso político de los líderes históricos del continente. En esta pieza fijó su atención en el colombiano Jorge Eliécer Gaitán, uno de los principales líderes mundiales de corte liberal durante la primera mitad del siglo XX. El artista decidió producir una composición musical a partir de la entonación sonora del último discurso que Gaitán pronunció previo a su asesinato el 9 de abril de 1948, mismo que tuvo como consecuencia el levantamiento popular conocido como El Bogotazo.

La ejecución de Gaitán, líder del Partido Liberal, desató una ola de protestas que se extendió a otras ciudades y regiones del país y desencadenó la época conocida como «La Violencia». La duración de dicho episodio (que para algunos trasciende la década 1948-1958) ha sido motivo de debate ya que sus múltiples consecuencias se han extendido más de lo  imaginado y se han sumado a las distintas razones que desencadenaron un complejo conflicto armado en Colombia en el que, a la larga, han participado la Fuerza Pública, los grupos guerrilleros y paramilitares, los narcotraficantes y otras bandas criminales.




Nohemí Pérez

Apuntes para Panorama de Catacumbo 1, 2, 3, 4

Acuarelas
22 x 33 cm cada una
2016

Cortesía del artista, colección KADIST

El epicentro del universo estético de Nohemí Pérez (Tibú, Colombia, 1962) es el Catatumbo, una subregión aislada en los límites con Venezuela e invisible al desarrollo moderno. Son múltiples los factores que inciden no solo sobre el territorio sino también sobre los cuerpos que lo habitan, y sobre su historia material e imaterial. Por la peculiar situación geográfica del Catatumbo, la explotación de sus recursos y su gente han sido constantes, respondiendo a distintos intereses económicos como la fiebre del petróleo, del oro, o el narcotráfico. Gran parte de la obra de la artista responde a la necesidad de preservar la memoria de un paisaje afectado por la guerra, los desplazamientos y el conflicto armado.




Alfredo López Morales

Sin título (Inspirado en El Pistaku de Nicario Jiménez Quisoe) 

Yeso, madera y pintura
59 x 34 x 9 cm

2019


Este retablo de Alfredo López Morales se inspira en una pieza de Nicario Jiménez (Alcamenca, Perú, 1957) que se refiere a la figura del Pishtaku, un personaje del folklore andino quien se supone degüella a sus víctimas, mayoritariamente campesinos o personas de bajos recursos, para extraerles la grasa. Tradicionalmente se le representaba como un hombre de tez blanca, ojos claros y barba por lo cual, en tiempos de la colonia, se le asociaba con la imagen de los sacerdotes católicos. Se creía que estos últimos utilizaban la grasa humana de sus párrocos para engrasar las campanas de sus iglesias y que sus sonidos tuvieran un mayor alcance. En la medida en que el Perú se industrializó, se pensaba que el Pishtaku vendía la grasa de los campesinos como lubricante para máquinas y combustible para aviones y cohetes. Más adelante, durante la década de los ochenta del siglo pasado, el imaginario social lo asoció a la presencia de agentes militares, tanto de los gobiernos locales como extranjeros, llegando incluso a circular el rumor que se podría pagar la deuda externa del país con grasa humana.

En cualquiera de los casos, la figura del Pishtaku se refiere a la explotación sistemática de las poblaciones indígenas y, para muchos, resulta relevante para entender cómo pudo nacer y enraizarse en el Perú un movimiento como Sendero Luminoso.